¿Se conocían los autores de los evangelios canónicos?
Autor: Sarah E. Rollens
Traducción: Ruth Iliana Cohan (Asociación Bíblica Argentina)
Imagine comprar la última novela mejor vendida y encontrarse en las primeras líneas con esto: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, fue la edad de la sabiduría, y también de la locura”. Incluso, si no sabe que esta oración pertenece a la apertura del clásico “Historia de dos ciudades” de Charles Dickens, puede reconocer que es una cita famosa y darse cuenta de que el autor la ha tomado prestada. Quizás se pregunte si este autor está plagiando algún famoso pasaje o lo está adaptando creativamente para sus propios fines.
Muchas personas leen los evangelios canónicos y notan que las historias y dichos de Jesús también son sorprendentemente similares. De modo particular, los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas incluyen a menudo las mismas palabras e historias en el mismo orden, lo cual es bastante sorprendente dada la flexibilidad de su idioma original, el griego. Un antiguo autor griego podría ordenar sus palabras de muchas maneras sin cambiar su significado. Debido a estas notables similitudes, los estudiosos llaman a Mateo, Marcos y Lucas los evangelios sinópticos. Sinopsis significa en griego “ver en conjunto”, por lo que la etiqueta “sinóptico” indican que estos evangelios se leen o se estudian juntos. El evangelio de Juan está escrito con un estilo diferente y relata una secuencia de eventos ligeramente diferente, por este motivo no se incluye dentro de los Evangelios sinópticos.
¿Cómo terminaron los evangelios sinópticos con relatos tan similares? Aunque muchas historias sobre Jesús fueron transmitidas de boca en boca, los fuertes acuerdos de redacción y secuencia sugieren que existe una relación literaria entre los sinópticos. La pregunta sobre la relación literaria entre estos evangelios se conoce como el Problema Sinóptico. El Problema Sinóptico incluye preguntas, tales como: ¿Se conocían los autores de los evangelios canónicos? ¿Fue uno de los evangelios la fuente de los otros? ¿Utilizaron los evangelistas sinópticos una fuente en común?
Aunque hay diferentes maneras de resolver el Problema Sinóptico, la mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que el Evangelio de Marcos fue la fuente de los Evangelios de Mateo y Lucas. Esta conclusión se desprende de dos observaciones principales. En primer lugar, Mateo y Lucas generalmente siguen la misma cronología que describe Marcos (aunque este también sería el caso si Marcos combinara las versiones de Mateo y Lucas, un argumento propuesto por primera vez por Johann Jakob Griesbach en el siglo XVIII). En segundo lugar, y lo que es más importante, Mateo y Lucas a menudo elaboran o mejoran sus versiones de las historias de Marcos. Por ejemplo, la bien conocida escena del bautismo de Jesús (Mt 3:13-17; Mc 1:9-11; Lc 3:21-22). La versión de Marcos plantea la incómoda pregunta de por qué una persona con un rango inferior como Juan tendría que bautizar a Jesús, el Hijo de Dios. Mateo y Lucas no sólo reconocen esta preocupación, sino que también intentan darle sentido de diferentes maneras. Mateo hace que Juan le pregunte a Jesús sobre el bautismo y deja que Jesús le responda que esto debe ocurrir “porque es conveniente que cumplamos así toda justicia” (Mt 3:15). De esta manera, Mateo en su versión “resuelve” el problema que Marcos ha dejado sin respuesta. Lucas resuelve esta dificultad de forma diferente, ya que elimina por completo a Juan el Bautista cuando este es arrestado por Herodes (Lc 3:18-20).
Parece ser que Mateo y Lucas obtuvieron el material básico para sus historias de Marcos, pero también comparten material que no pudieron haber obtenido de Marcos ya que éste no los contiene en absoluto. Este material incluye: el Sermón de la Montaña / del llano (Mt 5-7; Lc 6:20-49), la predicación de Juan Bautista (Mateo 3:7-10 y Lucas 3:1-10), la Oración del Señor (Mt 6:9-13; Lc 11:2-4), y la parábola del gran Banquete (Mt 22:1-10; Lc 14:15-24), entre otros pasajes conocidos. Es más, Mateo y Lucas parecen conocer versiones alternativas de algunos relatos que comparten con Marcos. Por ejemplo, el relato de la Tentación (Mt 4:1-11; Mc 1:12-13; Lc 4:1-13) y la controversia de Belcebú (Mt 12:22-32; Mc 3:22-30; Lc 11:14-32) son relatos mucho más extensos en Mateo y Lucas que en Marcos. En consecuencia, muchos estudiosos piensan que Mateo y Lucas tuvieron acceso a una segunda fuente escrita, que ellos llaman Q. Q es una abreviatura del término alemán Quelle (que significa “fuente”), y simplemente hace referencia al material que Mateo y Lucas tienen en común y que no tomaron de Marcos. Dado que se compone principalmente de dichos de Jesús, muchas veces se le llama el Evangelio Q de los dichos. Pensar en la fuente Q nos ayuda a imaginar los primeros años del movimiento de Jesús, cuando la colección de dichos de Jesús pudo haber circulado en forma oral y escrita antes de, o de manera paralela a, las narraciones sobre su vida.
Esta solución al problema sinóptico se conoce como la hipótesis de las dos fuentes (o dos documentos). En términos sencillos, esta hipótesis explica las similitudes verbales y secuenciales entre los evangelios sinópticos al sugerir que Mateo y Lucas usaron a Marcos y Q para componer sus evangelios. Es útil visualizar estas relaciones literarias con una tabla:
Figura 1: Este cuadro resume la hipótesis de las dos fuentes, la cual argumenta que Mateo y Lucas usaron independientemente a Marcos y Q para componer sus evangelios. Fuente: Imagen creada por Sarah E. Rollens, 2015.
Nótese que no hay una línea entre Mateo y Lucas. Esto se debe a que los defensores de la teoría de las dos fuentes argumentan que Lucas y Mateo no se conocían. Muchos han observado, por ejemplo, que Mateo y Lucas cambian a Marcos y a Q de maneras muy diferentes. Para dar solo un ejemplo, Mateo coloca el dicho sobre la reconciliación con el adversario o hermano dentro del Sermón de la Monte (Mt 5:25-26). Por otro lado, Lucas inserta su versión del dicho (Lc 12:58-59) después de su presentación del Sermón, dentro de una unidad más amplia sobre la importancia del arrepentimiento para los últimos tiempos.
Pero también existen posibilidades alternativas. Algunos estudiosos argumentan que Mateo pudo haber conocido el trabajo de Lucas, además del de Marcos, o que Lucas pudo haber conocido el trabajo de Mateo, además del de Marcos. Si este fuera el caso, no habría razón para postular una fuente como la de Q para explicar el material que estos tienen en común. En este modelo, el material que Lucas y Mateos tienen en común y que no vino de Marcos puede ser explicado imaginando que un autor lo toma del conocimiento del uso de tales tradiciones por el otro autor. Entonces, si suponemos, por ejemplo, que Lucas conocía los evangelios de Marcos y Mateo, entonces podríamos imaginarlo conservando la historia básica de Marcos y alternando, a su manera, partes del material único de Mateo. Esta hipótesis es conocida como la hipótesis de Farrer y puede ser visualizada de la siguiente manera:
Figura 2: Este diagrama muestra la hipótesis de Farrer, la cual argumenta que el autor del evangelio de Lucas usó tanto a Marcos como a Mateo para componer su evangelio. Fuente: Imagen creada por Sarah E. Rollens, 2015
La hipótesis de Farrer es una solución interesante al problema sinóptico, porque nos permite, en teoría, comparar la postura de Lucas con respecto a las dos fuentes diferentes que estaba incorporando. En este modelo, veríamos, por ejemplo, que Lucas no se opuso a que Mateo agregara una genealogía a Marcos, pero que sí quería alterar los antepasados en los cuales se centraba. Además, Lucas también habría aprobado el Sermón que Mateo añade a Marcos, pero quiso organizarlo de una manera algo diferente y cambiar la secuencia de algunas enseñanzas de Jesús. Incluso, argumentos de composición aún más fascinantes podrían considerarse posible con la hipótesis de Griesbach, mencionada anteriormente, que imagina a Marcos fusionando los evangelios de Mateo y Lucas. Independientemente de cómo se resuelva el problema sinóptico (la hipótesis de las dos fuentes, la hipótesis de Farrer, la hipótesis de Griesbach, o incluso alguna otra solución) estas relaciones literarias no equivalen a plagio en el sentido moderno. Muchos autores antiguos dependían de otras fuentes sin citarlas a la manera en que lo hacemos hoy.
¿Podemos concluir definitivamente cuál argumento es el correcto? Lamentablemente, no. Las soluciones al problema sinóptico operan en el ámbito de la plausibilidad y la probabilidad con respecto a lo que sabemos acerca de los autores de los evangelios y de las antiguas prácticas de composición. Pero esta incertidumbre mantiene vivo el debate e invita a las personas a continuar el ejercicio de la imaginación histórica y la investigación sobre cómo los autores de los sinópticos entendieron y utilizaron sus fuentes.